Opinión | El duelo en los niños

Por Fabiola Margarita Salmón Cuevas | Tanatóloga

Todos los seres humanos vivimos duelos a diario, incluso nacer es un duelo, porque el bebé deja ese lugar calientito y seguro que es el vientre materno; por supuesto los cálidos y amorosos brazos de mamá ayudan a superarlo rápidamente.

Luego viene la separación obligatoria que ocurre cuando el niño debe ir a la guardería o al preescolar, pero la presencia y el consuelo de los maestros, así como el resto de los compañeros les hacen sentir seguros y con el paso de los días van confiando, por lo tanto también ese duelo va sanando.

Duelos como éstos se van superando a lo largo de la vida. Sin embargo, puede ser que ocurra un suceso inesperado, como el divorcio de los padres o la muerte de un ser querido, esto sí son palabras mayores.

Para los niños, los duelos más terribles es la muerte de uno de sus padres, el abandonado, perder a un hermano o una mascota. Sin embargo, dependerá de la edad que tenga el niño al momento de atravesar la pérdida y el apoyo emocional que reciba lo que ayudará a que se recupere.

El niño se adaptará a la pérdida dependiendo de varios factores:

  • Su edad.
  • El tipo de relación o vínculo del niño con el objeto o persona perdida.
  • El valor afectivo de lo perdido.
  • La red social de apoyo.
  • La comunicación sobre el tema de la muerte, enfermedad, dolor y pérdida.

En medio de una pérdida, algunas familias deciden no hacer partícipes a los niños del velorio y funeral, creyendo que con ello les evitan el dolor. Sin embargo, lo único que hacen es negarles la oportunidad de despedirse del ser amado.

¿Cómo perciben la enfermedad y muerte los niños?

  • De los 0 a los 3 años no entienden en absoluto ninguno de estos términos.
  • Entre 1 y 2 años entienden la enfermedad como algo que duele, pero se alivia.
  • De los 3 a los 5 años perciben que la enfermedad aparecerá según su comportamiento, es decir, si se porta bien no se enfermará, si se porta mal, enfermará.

·En esta etapa los niños no tienen claro el concepto de muerte; ellos lo toman como abandono, aun no la registran como un proceso radical e irreversible.

·El niño sabe que la muerte está íntimamente relacionada con el sentimiento de tristeza.

·No identifican a la muerte como algo definitivo, sino como algo temporal, reversible y que en un momento determinado la persona o mascota regresarán.

·En medio de su inocencia preguntarán si la persona fallecida tiene frío, hambre, comezón, etc.

  • De los 6 a los 8 años:

·En esta etapa aún no comprende el hecho inevitable de la muerte.

·Asocia la muerte con un esqueleto, mounstro o fantasma, lo que puede ocasionarle pesadillas y miedo a la oscuridad y a estar solo.

·Puede llegar a relacionar la muerte de una persona significativa (como uno de sus padres o hermanos) a un castigo por haberse portado mal.

·A los 6 años manifiesta preocupación de que su madre muera y se quede solito, en esta etapa el niño relaciona la muerte con la agresión.

·A los 7 años generalmente ya va a la escuela y comienza a conocer el funcionamiento del cuerpo humano, por tanto, relaciona la enfermedad con virus, bacterias y todo tipo de microorganismos. Muestra curiosidad por los rituales funerarios (velorios, sepelios, oraciones, etc.).

Aquí comienza a hacerse consciente de la muerte y sobre todo contacta su propia mortalidad, por tanto, es una etapa propicia para comenzar a hablar de la muerte como el fenómeno natural que es. Por ello no es recomendable ocultarle la muerte de una mascota o ser querido.

Se le debe permitir vivir el proceso de despedida que aporta el ritual funerario, trátese de una persona o una mascota, en el caso de la mascota, habrá que depositar el cuerpo del animalito en una caja y enterrarlo en el jardín o en algún lugar en donde sea permitido, nunca se tirará o desechará a la mascota, (cualquiera que sea), en la basura, eso resulta una pésima enseñanza de humanidad.

Es importante transmitirles a los niños la compasión por todo ser vivo.

A los 8 años puede presentar un marcado interés por saber que ocurre después de la muerte, aquí comienza a aceptar que todo ser vivo es mortal.

  • De los 9 a los 12 años:

·Aquí ya sabe que la muerte es un suceso irreversible y universal de todo ser vivo.

·Es consciente de su propia mortalidad a través de una enfermedad o un accidente.

·A los 9 años la reacciona con procesos racionales biológicos y lógicos.

·A los 10 años ya posee la estructura mental para percibir la muerte como un adulto, es decir:

  • Universal.
  • Irreversible.
  • Inevitable.
  • Radical.
  • Todo ser vivo, muere.

Reacciones ante la muerte:

·Miedo, ansiedad y angustia, lo cual puede demostrar a través de la hiperactividad.

·Tristeza por la ausencia del ser querido (sobre todo si trata de uno de sus padres).

·Enojo, que se manifiesta en rebeldía en casa o en la escuela.

·Trastornos del sueño o la alimentación.

·Problemas de concentración y atención.

Lo que no debemos decirles a los niños:

No está muerto, está dormido”, esto originará miedo y no querrán ir a dormir.

”Se fue a un largo viaje”, ya que al pasar el tiempo el niño terminará por darse cuenta que no es un viaje, sino que le han abandonado y esto no es así, se fue porque murió, no porque anda de viaje.

”Sólo los enfermos se mueren”, esto generará ansiedad y un enorme temor a enfermarse, el niño debe saber que no todas las enfermedades son mortales y que, si él llega a enfermar, el médico le atenderá para su pronto alivio, si se tratase de una enfermedad degenerativa, lo mejor será hablarle con la verdad, finalmente el niño comprenderá la situación y asumirá su enfermedad de la mejor manera.

”Únicamente mueren los ancianos”, tampoco es verdad, el niño debe saber que todos podemos morir, no necesariamente siendo ancianos; bebés, niños, jóvenes y adultos moriremos sin importar la edad.

Lo que si debemos decirles a los niños:

·La muerte es inevitable, todos vamos a morir en algún momento, no sabemos cuándo, ni de qué manera.

·Cuando alguien muere, es normal sentir tristeza, es válido llorar y expresar dolor, los adultos deberemos estar dispuestos a brindar cariñosa atención a los niños, un gesto de compasión como un abrazo, puede reconfortarles enormemente.

·” Hablar de la persona fallecida en positivo”, recalcando sus virtudes y recordando los momentos felices es una manera de honrarle, evitar hablar del fallecido no beneficiara al niño en absoluto.

Si lo hablamos estaremos aceptando la muerte como lo que es, un proceso natural y el niño lo asumirá como tal.