Osvaldo Ávila: El #QuédateEnCasa afecta a los pobres de México

Por: Christian A. Martínez

Colaborador

Los momentos cruciales en que nos encontramos respecto a la Pandemia del Covid-19 pareciera algún pasaje de terror plasmado en el libro del Apocalipsis, donde se narran distintos hechos posibles que significarían el fin del mundo y que muestran también que es falsa la supremacía del ser humano ante la naturaleza y por el contrario, una vez más queda evidenciada la fragilidad humana.

Para  quienes aún no estén enterados de que se trata esto, conviene recordar que el COVID-19 es la enfermedad contagiosa causada por el coronavirus que no se había reconocido hasta que estallara el brote en Wuhan, China, en diciembre de 2019.

A pesar de que el organismo microscópico maligno haya hecho sus primeras apariciones del otro lado del mundo, a partir de marzo de éste año el fenómeno de nueva aparición llegó a México, por lo que pasamos de espectadores a vivir en los hechos las medidas y efectos de la pandemia. Lo más preocupante del caso es que la realidad que vivimos en el país no está para enfrentar la crisis económica, social y sobre todo médica que al paso de los días se hace más grave tanto por el número de contagios así como por la falta de materiales especializados para hacer frente a la enfermedad.

El texto comienza con un HashTag #QuédateEnCasa que es tendencia en redes sociales haciendo énfasis a la principal recomendación para evitar contagios. Las demás medidas  emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son las siguientes: Mantén el distanciamiento social; Lávate las manos con frecuencia y llama si tienes síntomas. Esto es excelente para quienes tienes los medios económicos y pueden acatar al pie de la letra las recomendaciones y convendría preguntarnos ¿Cómo le harán quienes están imposibilitado de hacerlo?  ¿Esta pandemia no refleja la gran brecha que existe entre las dos clases sociales  existentes?  En uno de sus  tantos  hogares, por ejemplo a María Asunción Aramburuzabala Larregui, (la sexta mujer más rica de México, según Forbes) nada le  faltará. Bastará con tronar los dedos para que obtenga los manjares naturales más ricos y caros o salir a practicar tenis  en su campo  privado,  tomar el té y leer  lo que le plazca. Para ella y otros personajes ricos será muy buena cuarentena, ¿Pero qué sucederá en el típico hogar mexicano de la clase pobre?

La posibilidad de sobrevivir de quién solo posee sus manos para vender su fuerza de trabajo en cuarentena es muy limitada. No se diga sobre la posibilidad de vivir en caso de contagio. Es inalcanzable desde el ángulo que se observe que el vendedor ambulante cumpla con las recomendaciones para enfermarse por más que se esfuerce no lo puede lograr.

Basta con analizar el caso de una  persona de la clase pobre como Doña María N., que tiene que salir a vender todos los días sus dulces  hasta la capital del estado para sobrevivir, es decir, que trabaja de manera informal y para llegar a su destino forzosamente  tiene que viajar en transporte colectivo. Como su negocio no es una cadena grande del monopolio está privada  de los estándares de salubridad y no le alcanza si quiera para un cubre bocas y guantes pues las ventas han bajado en grado máximo, después, con temor y lágrimas en los ojos llega a su asentamiento inhóspito hecho con materiales provisionales (cartón, lonas, plásticos y láminas), que no tiene conexión a la red de agua potable por vivir en una colonia irregular, mientras que se termina poco a poco el sustento y la despensa. Doña María estará en la incertidumbre puesto que no tiene respaldó por el tiempo que no se pueda salir a vender de nuevo, pues no hay un sueldo fijo ni mucho menos protección de salud, dado que no cuenta con seguro. Así, vuelve el llanto al ver a sus dos hijas pequeñas. Ella es la jefa de la familia.

En México existen 52 millones 425 mil 887 personas en situación de pobreza según el CONEVAL. Hay 14 millones 859 mil 875 personas trabajando informalmente y que al igual que doña María están aterrados pues no saben que les depare el destino. Ni siquiera pensar en acudir a unidades médicas dirigidas por la Secretaria de Salud que no cuentan con  cubre bocas para los médicos que muy honrosamente arriesgan su vida atendiendo al enfermo, menos  habrá material para tratar a pacientes con el mal antes mencionado.

Al momento de redactar estas líneas, según la Secretaria de Salud la cifra de muertos en el país asciende a 273, mientras que el número de contagiados  a 4 mil 219. El temor es manifiesto entre los sectores más vulnerables de México, donde el pobre busca un respaldo del gobierno que tanto le prometió y que hoy no da el ancho ante tan grave situación.

Es momento de que el Presidente de la República deje su carácter pusilánime, ya es hora de emprender acciones con carácter de estadista. Los mexicanos exigimos que deje de andar poniendo en mal a la nación no obedeciendo a órganos mundiales (cómo a la OMS) pues hasta hace unos días seguía en sus giras de trabajo. Es tiempo de preocuparse y ocuparse de dar sustentabilidad económica a los médicos, de poner respaldo económico a los empleados que no recibirán salario alguno y  de equipar los hospitales para que estén preparados ante la pandemia y no de andar repartiendo dinero que al fin de cuentas llega a los grandes consorcios. Que se dejen de colores partidistas pues el que ayuda al pueblo es por sentido humano y hermandad no por asuntos electorales. Qué conste.